13.2.09

La esclavitud moderna



Desde las épocas antiguas, los seres humanos siempre hemos tenido ansia por dominar, los elementos, el tiempo, a los animales, e incluso a nuestros semejantes. Los pueblos, en muchas ocasiones se han unido en la conquista de otros pueblos para así repartirse las riquezas acumuladas por otros pueblos y, de esta manera, reafirmar la supremacía de una raza sobre la otra, de una cultura sobre otra, o de una tecnología sobre las demás.

Las personas, y las sociedades, han evolucionado con el paso de los siglos, las guerras, las luchas por los derechos sociales, la creación y el reconocimiento de los derechos humanos.....son sólo algunos ejemplos de una sociedad que se ha creado a base de sangre y fuego.

La esclavitud, desapareció teóricamente hace más de trescientos años, sin embargo, hoy en día nos encontramos con dos formas de esclavitud, la antigua, que todavía se practica en algunas zonas de África o de Asia, y la moderna en la que yo participo como esclavo. Levantarse a las seis de la mañana, trabajar diez horas diarias y tener una vida en la que las deudas bancarias se convierten en una obsesión que no te deja vivir. Esclavo de las pastillas para dormir, de los cafés para despejarte, de la rutina diaria, de un trabajo en el que no estás a gusto, de un consumismo que lo único que alivia son las frustraciones provocadas por un sistema capitalista, que llevado al extremo se ha convertido en el señor de todos nosotros.

En los países occidentales más avanzados, los casos de depresión, suicídios y problemas de ansiedad, así como infartos, cancer y otras lindezas, son mucho más elevados que en países menos desarrollados y donde el capitalismo ha adquirido una vertiente más social, o más humanizada. La verdad es que no debe ser muy sano estar cuarenta horas semanales en una oficina con luz artificial y mirando la pantalla del ordenador, y, cuando llegas a casa darte cuenta de que el poco tiempo que tienes lo pasas haciendo cosas como prepararte la ropa para mañana o hacerte la comida y meterla en el Tupper (esto lo hacen millones de personas todos los días).

El trabajo no dignifica, al contrario, envilece a la persona, la convierte en un ser competitivo hasta el extremo, o en un frustrado adicto a las pastillas. Hace poco se publicó una encuesta de satisfacción laboral en Francia en el que se afirmaba que tan sólo un 15 por ciento de los Franceses estaban satisfechos con su trabajo, pero a pesar de todo un 80 por ciento se consideraban bastante "felices en general".

La crisis económica, debería de servirnos para reflexionar sobre si el capitalismo aporta algo a nuestras vidas, o si por el contrario, la crisis es una oportunidad para reflexionar sobre el la sociedad que queremos ser y sobre nuestro propio proyecto vital.

Creo sinceramente que todo este sistema es una gran tomadura de pelo y que la solución sería refundar el sistema capitalista, convirtiéndolo en un capitalismo más adaptado a la sociedad.

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