Australia es un modelo a imitar por muchos países occidentales. Un extraño caso de capitalismo económico con sensibilidad humana, que no solo premia a los ricos sino que también es generoso con los más desfavorecidos de la sociedad. Existe una gran conciencia social y toda una red comunitaria a cargo de un estado benefactor encargado de cuidar y proteger a los más débiles.
De entrada, cuando un australiano cumple dieciocho años, ya es apto para cobrar el seguro de desempleo. Cualquier ciudadano puede cobrar el paro sin necesidad de haber trabajado antes, sin haber cotizado. Sólo debes estar activamente buscando trabajo. Son al cambio como 600 Euros al mes, suficiente para pagarte la renta y la manutención. De esta manera, los jóvenes se pueden independizar pronto de casa, los vagabundos optan a un techo y los artistas dan rienda suelta a su creatividad con las mínimas necesidades cubiertas por el estado. Los ladrones se lo piensan dos veces el ir a robar. Y con un bajo índice de criminalidad, los ricos pueden pasear en sus fastuosos cochazos sin temor a ser asaltados. Una sencilla fórmula que satisface a todos.
Al jubilarse, los australianos disponen de una pensión mínima asegurada. Aparte, existe lo que se llama superannuation o jubilación. Es un fondo que durante su vida laboral se ha formado con las aportaciones del empresario para el que uno trabaja y del mismo trabajador. Cuando llega la hora de retirarse, este fondo les proporciona un ingreso extra a modo de inversión o bien pueden cobrar todo el dinero de golpe. Una interesante strategia de inversión regulada por el gobierno destinada a fomentar el ahorro con innumerables ventajas fiscales. De esta manera, toda persona tiene garantizada una vejez confortable.
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